Ministerio Para Privados de Libertad


Iniciamos nuestro Ministerio Penitenciario en el 2013, por invitación de la Policía Nacional y el Gobierno de Nicaragua. Los miembros de la policía habían observado el impacto que causábamos en ayudar a las personas que luchan contra las adicciones y viven en las calles de Granada. Reconocieron que muchos jóvenes en la cárcel estaban allí por esas mismas adicciones y, a menos que algo cambiara o transformara sus vidas, corrían un alto riesgo de reincidir cuando finalizaran su condena. Creemos que, si nuestro ministerio es efectivo en las calles, también lo pueda ser en la cárcel; lo cual nos condujo a crear el Ministerio de Prisión.

Partimos de la realidad existente en la vida de cada uno de los reclusos que atendemos. Sabemos que requieren ayuda con alimentos y los artículos de primera necesidad, tales como los de cuidado personal (cepillo y pasta de dientes, jabón, etc.) Así, cada dos semanas proporcionamos una comida y periódicamente brindamos otros artículos de primera necesidad. Esto abre la puerta a una relación inicial; en la que ellos reconocen que estamos ahí para ofrecerles y brindarles cuidado y apoyo.

Cada dos semanas nos reunimos con un grupo de reclusos en un aula proporcionada por la prisión. Haciendo uso del método inductivo, compartimos nuestras propias historias, nuestros fracasos, y cómo enfrentar esos fracasos aplicando nuestra fe a través de la palabra de Dios, conforme entendemos nuestro contexto, la cultura y la manera en cómo fuimos criados. A medida que van aprendiendo, empiezan a hacer preguntas, pidiéndonos que compartamos con ellos sobre: el amor, autoestima, aceptación, perdón, inclusión, educación, compromiso, participación; y comprendiendo cómo cada uno de estos temas forman parte de nuestra fe y del amor de Cristo en sus vidas y la nuestra.

En la prisión, tienen la ventaja de estar lejos de las drogas y el alcohol que alimentaron sus adicciones. Y en la medida que aprenden sobre la fe y comienzan a experimentar el amor de Cristo de forma relacional, entonces empiezan a tener una nueva perspectiva de la vida, en sí mismos, y una esperanza para el futuro.

Muchos de los reclusos que vemos luchan con la soledad. Algunos han perdido a sus padres, cónyuges y familias estando en prisión. Incluso, aquellos que tienen familia u otro tipo de apoyo, no están seguros de lo que pasará cuando culminen sus sentencias y sean liberados de la prisión. Les hacemos saber que lo que les ofrecemos no termina en la puerta de la prisión, sino que pueden continuar buscando ayuda y recurrir a nosotros una vez les haya sido otorgada su libertad.

El Ministerio Penitenciario beneficia a los reclusos, y éste a su vez beneficia nuestros programas. Se ha convertido en un lugar donde podemos someter a prueba nuestros conceptos; un lugar donde tenemos la oportunidad de experimentar de qué manera funciona lo que hacemos con un grupo que se encuentra libre de las influencias de las calles. También lo vemos como un vínculo, en el futuro, con el Centro de Tratamiento Rural que estamos planificando crear. Creemos que muchos de los reclusos con los que trabajamos dentro de la prisión, se convertirán en participantes activos del Centro de Tratamiento Rural y encontrarán tanto la fe como el desarrollo de sus habilidades para tener una vida cristiana plena y libre de adicciones.

Actividades y Estrategias


  • Orar con ellos y por ellos.
  • Compartir nuestra conversión personal y la manera en cómo hemos cambiado.
  • Conocerlos como personas que cometieron un error en sus vidas.
  • El diálogo, el compromiso y la participación es un factor clave para este Ministerio.
  • Ver películas cristianas educativas o una película de su agrado que lleve un buen mensaje para llevarlos a la introspección personal y grupal.
  • Usamos materiales psico-pastorales ingeniosos que van de la mano con nuestra fe, con nuestro contexto, con nuestras luchas cotidianas, muy educativos, éticos y empoderadores.
  • Instruir o enseñar sobre temas importantes como la cultura, el machismo, la educación, etc.
  • Proporcionarles alimento y refresco en cada visita.
  • Proporcionarles Biblias y cuadernos.