Jesús no solo quiere que ayudemos a los adictos en situación de calle, con comida o porque no tienen nada. Aunque esos actos son buenos, las acciones deben tener un propósito dentro de la obra redentora de Dios en la tierra. Cuando Jesús iba camino a ser crucificado, “agarraron a Simón, un hombre de Cirene, cuando venía del campo, le pusieron la cruz y le hicieron llevarla detrás de Jesús”. (Lucas 23:26)
Nosotros debemos de ir esa milla extra, o dos, o tres, o cuatro, porque, así como simón todos formamos parte de la obra redentora de Dios en Cristo Jesús. Las personas a las que servimos fueron todos niños en algún momento, tuvieron una familia, nacieron de una mujer, vinieron de la semilla de un hombre, pero algo salió mal durante sus vidas; tal vez la pobreza, la educación, o un hogar roto, y ahora están consumidos por sus adicciones y las calles se han convertido en su último recurso, sin oportunidades, ni familia, ni esperanza, pero aún son amados por Dios.
• No habrá ningún costo económico para nuestros integrantes que reclutemos a través de los grupos de apoyo, ni a nadie que sea referido o quiera integrarse al centro de rehabilitación.
• Continuaremos cultivando relaciones con ellos a través de nuestros grupos de apoyo y los reclutaremos en el centro de rehabilitación rural de Quien Soy Yo.
• Los fondos para el centro de rehabilitación se recaudarán a través de donantes, la comunidad, y a través de programas de auto-sostenibilidad.
• Los integrantes que son las personas que ayudamos. Contribuirán a apoyar el centro a través de los proyectos de desarrollo implementados en el centro.
• Los integrantes que hayan mostrado una verdadera conversión y descubran su vocación en el centro de rehabilitación tendrán acceso a becas en instituciones vocacionales y académicas para continuar construyendo habilidades empleables.
• Los integrantes podrán permanecer en el centro de rehabilitación después de ser liberados de sus adicciones y ayudar a otros que están ingresando al centro.
• Trabajando con las iglesias y otras organizaciones comunitarias, nos aseguraremos de que una vez que estén listos en la fe para reintegrarse a la sociedad, tengan un trabajo, una iglesia a la que asistir y un lugar donde vivir.
Nuestra singularidad comienza por mantenernos fieles a nuestros principios, nuestra convicción y nuestro profundo llamado de ayudar aquellos que sufren de adicciones encontrando una nueva esperanza sin costo alguno. Así como hemos recibido gratuitamente de Dios, damos gratuitamente; esta es nuestra luz y nuestra cruz que llevamos al seguir a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Jesús dijo a todos los que creyeran, “Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.” (Mateo 5:14-15 LBLA)